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Las ganas

noviembre 22, 2009

Para Rosa por las pistas y los cafelitos

Una gastritis severa de diagnóstico médico:

Causa probable, entre otras: stress. ¿Cómo combates el stress?, me dijo Malena que también tiene nombre de tango.

-Imagínate tú….

Bueno, primero el café

Hola, soy Lázaro. [Pose de psicodrama]  Llevo casi un año sin tomar café como me gusta.  A veces me mojo los labios, pero después me tomo un vaso de agua para “limpiar” las huellas. Digo que llevo un año sin tomar café como me gusta de verdad, así black hot bitter coffee.

Fue en Salvador de Bahía, Brasil cuando hace poco más de un año empecé a notar que no podía seguir el ritmo a los colombianos, el palestino y la uruguaya con que andaba, ellos habituados a un café que cumplía la regla básica de menos concentración a más volumen. Como con las cosas de gusto suelo perder el juicio si me coge in situ, pisaba entonces el acelerador dejándome llevar por la dinámica y llevando al límite la tolerancia gástrica a esa bebida a la que mi propia madre –y tía adjunta- me hicieron adicto en los tiempos del tete. Ahora que lo pienso, nunca dejé desde que mi mundo es mundo, de tener una presencia de café en algún momento del día. El café en mi vida no solo evoca los orígenes hogareños de mi adicción, sino diferentes formas de “momento y espacio” donde he compartido entre amigos mi primer rash intelectual y sus sucesivas manifestaciones.

Si eres periodista –en ejercicio o no, y eso es lo de menos porque el “preferirás el café entre todas las cosas” se incluye como mandamiento en el Manual de Cultura profesional-; si caes en “el mundo intelectual”, y si tienes pretensión de entrar al campo y mantenerte, el café es un recurso de inserción importante. En cualquier lugar de “la esfera intelectual” donde he estado, el café ha sido “alguien” que siempre se siente de algún modo: porque estuvo y porque no. Recuerde que en muchos congresos se llama “coffee break” al momento entre sesión y sesión, como si el propio café marcara el límite de lo soportable en una sesión de trabajo y lo necesario para la siguiente. Un taller, seminario, charla, sin café pierde rigor y ambiente. Pierde mística.

En los inicios de mi vida como investigador, mucho antes de Salvador de Bahía, en el tiempo en que casi dejaba de ser estudiante de las aulas de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, echaba el café en un pomito reciclado de Novatropín (Metilbromuro de homatropina si lo prefieren científicamente) y nos íbamos para los laboratorios a entrenarnos en la última asignatura de la carrera: la tesis contra el cierre. Allí nos salvó de cabezazos, “pescas”, y también terminaba por aturdirnos la poca lucidez que se puede tener a las 4 de la mañana tecleando en la universidad cosas raras inventadas que uno siente que las está descubriendo al mundo. El café, por tanto, es coautor por justicia.

Luego, ya entrado en el ciclo de la vida laboral, el café se volvió sustantivo gracias a Yolanda –que lo cuela con su sello- en parte sustantiva de los debates más encendidos sobre la vida, la isla, el futuro, la política, la ciencia, la cosa en sí, las cosa para mí, la cosa para ellos, en fin, la cosa. El café, amargo y caliente, siguió estando en los procesos más duros de las separaciones, las frustraciones, los desencuentros y los volverse a ver, los amores, los nuevos amigos, las ilusiones reencontradas. Se fue dejando de tomar café en grupo, se fue dejando de estar en grupo, quizás. Yo fui dejando el café… Quizás escribo todo esto porque extraño tomar café pero, sobre todo porque extraño tomar café en grupo.

El café por tanto, es un pretexto como siempre ha sido, para reencontrarme sintiéndome vivo en el recuerdo, la presencia y la posibilidad de los amigos. Me veo conversando sobre lo uno y lo múltiple y sus pasos intermedios a ver si logro matar las ganas del sorbo que por la gastritis, al parecer, no podré tener. Black hot bitter coffee llega entonces para hacer algo que cure la gastritis, sacie un poco las ganas del café, mitigue el stress, y sobre todo, acompañe la necesidad de los amigos, y del reencuentro con la escritura. Así, con el azúcar en pizca para darle el punto, sirvo rápido para que no se enfríe!!!

La Habana, en Villegas a 22 de noviembre.

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8 comentarios
  1. Silvia Padrón permalink

    Escribir aquí me da miedo escénico. Mis palabras se resumen en:
    !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

  2. Jajaja, en el periódico se meten conmigo porque ni fumo ni tomo café. Es una forma de defensa… Me conozco bien, sería fumadora y tomadora compulsiva de café. Me gusta el aroma, el sabor, los efectos, pero no terminar yonki. 🙂

    Me encanta que ya tengas blog. Vas a sacar mucho jugo a este nuevo juguete ‘techie’. ¡Bienvenido a la blogosfera! 🙂

  3. Bueno, primero el café…

    Si, pero después del café, solo y amargo lo toma mi mujer y yo cortado por lo que en los bares de España siempre nos los ponen al revés, y digo … después del café qué.
    No sé si el café servira par paliar la gastritis severa, pero espero que sea placebo.
    Suerte en esta andadura, y el café en las noches habaneras con moderación.
    http://saldana.blogia.com/

  4. Suerte en esta andadura y con moderación en las noches habaneras los cafelitos

  5. Ahhhhh….
    Que delicia echarse un buche de este excelente café, rara avis en tiempos de zambumbia adulterada, borra con canicas, y mejunjes que con algo de sazón completa pasan por potaje, de tanto chícharo que tienen…
    Cuando vayas por la casa probarás un buen cortaíto con canela, como me enseñaron a prepararlo en La Vega, República Dominicana… Sin embargo, al igual que tú yo disfruto el café en todas sus variantes, incluso esa guachipupa con cremita que reparten en los aviones, y que uno refuerza para creerse que está bailandose un café con leche, y no viceversa…
    De aquellas madrugadas tesianas en el cementerio de computadoras de la Facu recuerdo las tandas de leche fría con café en el Castillo de Jagua, cuando aún no habían invadido G, y tú y yo pesábamos como 20 libras menos…
    Un abrazo, co-tío del Nesty, que vengan muchos cafés más

  6. Yadira permalink

    Que gusto encontrarte aunque sea en la blogosfera!
    Te sigo por aquí… un besito con aroma de café.

  7. Luis Ernesto Doñas permalink

    La necesidad imperiosa de café llega a la producción audiovisual donde puede fallar un técnico, una actriz, el script o hasta el sol, y se encuentran soluciones; pero sin un termo de café…. CORTE DE LLAMADO seguro!!!! Comienza por los choferes, la inquietud; se extiende luego al Jefe Eléctrico y el de la planta. Se forma rápido un sindicato in situ donde eligen el vocero que se enfrente a la productora de rodaje. La disimulada querella llama la aguda atención del director asistente que, al enterarse del motivo, lo acoge como propio. Cuando osa acercarse al director, que entusiasmado dialoga con el protagonista, para comentarle en aras de que se resuelva el problema, éste lo interrumpe:

    – TRAIGANLE CAFÉ AL ACTOR QUE SE ME DUERME!!!!!!

    En fin, sin café en el plató: murió la flor.

    Salu2 para ti y aplaudo tu blogfetería!!!!

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